Plaza y Gobernación
NUEVAMENTE.Nuevamente, durante la semana anterior, los magallánicos hemos sido espectadores de tristes sucesos de acuchillamiento por parte de jóvenes. Ya había pasado lo de hospital y ahora, tres muertos y otros tantos heridos por la acción de jóvenes. A estas alturas uno no hace sino preguntarse. Claro porque nada que podamos decir nos satisface. Ni la teoría sobre el conflicto, que explica estos sucesos, ni nada puede conformar cuando las personas se matan en la ciudad que uno quiere. ¿Por qué una persona puede llegar a enterrar un cuchillo a otra?, ¿Qué hay en su biografía, o que falta, que lo tornan frío, inmisericorde a la hora de agredir a un ser humano?. Lo primero que uno piensa, claro está, es en la familia. Algo falló ahí. Pero que puede hacer uno, sólo lamentarse porque ese jóven no tuvo una familia más o menos normal. Pero si se estudiara el perfil de los jóvenes violentos, podrían encontrarse probablemente otras dimensiones. Lo que si queda claro, luego de varios meses y años de ver esto; es que los ataques son cíclicos. Ahora estamos viviendo un nuevo flujo de ataques. ¿Qué ocurre?. La comunidad reacciona. Pero principalmente es a los medios de comunicación a los que debemos que cada ciclo de violencia tienda a apaciguarse. El hecho que los medios difundan la magnitud de los ataques hace que los potenciales agresores disminuyan en algún grado su potencial agresividad. Por ello es importante que estas situaciones sean difundidas. Pero además, y ahí es donde creo que estamos flaqueando, deben salir voces oportunas que establezcan públicamente el castigo para estas acciones. Y ahí es donde fallamos, porque entre los jóvenes violentos es vox populi, que las penas son bajas. Por ello es que hay que cambiar las penas aunque duela decirlo, porque en lo personal no soy partidiario de un país con mucha gente presa. En Magallanes podemos, creo firmemente, ponerle coto a este asunto. Podemos y debemos.